«Siempre digo que ya de niña respiraba su espíritu». La esencia a la que hace alusión Celina Sánchez del Río es la del padre Luis Antonio Ormières, el fundador de la congregación de las Hermanas del Ángel de la Guarda, a la que pertenece. No en vano, la religiosa, de 80 años y natural de Cimavilla, fue alumna del colegio durante trece años. Y profesora diecisiete más. En el centro escolar gijonés, precisamente, falleció el padre Ormières en 1890. De ahí que la hermana Celina hable de su conexión desde su más tierna infancia.
Un vínculo que se ha reforzado aún más en los últimos dieciséis años. En 2001 fue cuando le diagnosticaron un carcinoma maxilofacial, del que se recuperó de manera milagrosa. Y no es una forma coloquial de hablar. La curación de la hermana Celina fue un milagro, como así lo confirma la Santa Sede. Por ello, el padre Ormières será beatificado el 22 de abril en la catedral de Oviedo. Un fenómeno atribuido al padre fundador.
«En cuanto empecé a encontrarme mal me encomendé a él junto a toda la congregación. Oramos mucho», explica la monja, que llegó el miércoles a Gijón para ofrecer su testimonio a la comunidad educativa y religiosa del Santa Ángel.
La hermana Celina asegura que sintió «una gran emoción» cuando conoció la noticia, así como un intenso agradecimiento por todo lo sucedido. Para la religiosa gijonesa, la envergadura de los hechos trasciende la curación en sí misma. «Veo que el milagro real se realiza cada día en mí», subraya. Estos dieciséis años han sido «esenciales» en su vida por el profundo cambio realizado en su manera de vivir la fe y la consagración. Un «regalo» que comparte con los demás para ensalzar la figura del fundador.
La hermana Celina ofreció ayer varias charlas tanto con alumnos del centro como con padres y otros miembros de la comunidad educativa. «Normalmente, hablas de milagros y la persona no está. Pero yo estoy presente», destaca. Contestó a todas las preguntas que le formularon para resolver la curiosidad de quienes escucharon su testimonio en este viaje a su Gijón natal, que visita cada verano. Luego, rezaron juntos al padre Ormières.