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Historia de los orígenes

La Congregación de Hermanas del Ángel de la Guarda, de Derecho Pontificio, fue fundada en 1839, en Quillán, Departamento de l´Aude (Francia), por el Sacerdote Luís Antonio Ormières y la Madre San Pascual.

El P. Ormières siente la necesidad de atender a los niños y jóvenes que debido a los efectos de la revolución francesa, sobre todo en las zonas rurales, estaban faltos de cultura, de formación y carentes de instrucción religiosa. Tal es su celo apostólico que acude a algunas Congregaciones de Bretaña solicitando el envío de religiosas, para ayudarle en tan noble tarea.

Después de muchos diálogos y no pocas dificultades, las Hermanas de la Instrucción Cristiana, cuya casa madre está en Saint Gidas de Bois, aceptan enviar a la Madre San Pascual y otra dos religiosas para empezar la “pequeña obra de los Pirineos” como gustaban llamarla.

Y así, el día 3 de diciembre de 1839, empieza en Quillan una escuelita que en pocos años se irá extendiendo por el sur de Francia. De modo que aquello que empezó como una pequeña semilla, derivó en una Congregación que tomó el nombre de HERMANAS DEL ÁNGEL DE LA GUARDA.

RASGOS QUE NOS DEFINEN COMO CONGREGACIÓN

La Madre San Pascual y el Padre Luis Ormières, como Abraham supieron escuchar la voz de Dios que les dice “Sal de tu tierra y vete a la tierra que yo te mostraré … “ Y así en fidelidad a la vocación recibida, transmiten a las hermanas el carisma que perdura a lo largo de tantas generaciones “ Formar verdaderos discípulos de Jesús” Este es nuestro fin principal.

El nombre de Hermanas del Ángel de la Guarda, con el que somos reconocidas como familia religiosa, es símbolo y programa de nuestro modo de ser y ha de reflejarse en las tareas apostólicas. Como los Ángeles, a los que la escritura muestra con una misión de salvación, nosotras hemos de estar prontas para cumplir la voluntad de Dios, siempre en actitud de servicio, disponibles para el anuncio del Reino.

La sencillez evangélica es nuestro carácter distintivo. En el espíritu de la Congregación sencillez significa buscar sólo a Dios y su Reino, fe humilde y confiada en el Señor, hacerse pequeña con los pequeños; transparencia, humildad y rectitud de corazón.

La experiencia de Dios es fundamental en nuestra vida consagrada. Necesitamos impregnar nuestro apostolado con una permanente actitud de fe, que todo lo refiere al Señor y confía en su fidelidad. Tratamos de reflejar en nuestra vida la disponibilidad, el celo, la fidelidad, el abandono en la Providencia, la mansedumbre y la abnegación; virtudes especialmente recomendadas por nuestros Fundadores.



Acción Misionera


  • Evangelizamos y promovemos la justicia en medio de la gente de distintas culturas.

Conócenos


  • Somos seguidoras de Jesús de Nazaret y nos sentimos convocadas para hacer vida el proyecto del Reino. Seguir a Jesús vale la pena, ven a conocernos.