Hoy quiero compartir las luces y las llamadas que voy recibiendo en el trabajo social. Luces y llamadas que me van llegando desde el Evangelio, desde las personas que, por una u otra causa, se van quedando al margen de la sociedad. Luces y llamadas que van cambiando mi modo de estar en la vida desde mí ser de Hna. del Ángel de la Guarda.
Luces que voy recibiendo La Acción social puede dar vida o destruirla. Estar junto a los pobres es un Don, uno de los mayores Dones. La persona no está de verdad con los “crucificados” hasta que experimenta que es puesto con ellos. En la cercanía de los pobres voy descubriendo y recibiendo mucho. La Acción Social se hace experiencia cuando en mi vida entran, con carácter imperecedero, personas, que como tales, van ocupando un lugar en mi corazón. Actuar contemplativamente es situar al otro en el centro de mi mirada, de mi interés, de mi acción. Contemplar es dejar que entren en contacto sensibilidades distintas. Elegir libremente supone escoger sin condiciones y disponibilidad para dejar aquello que se deba dejar. Tu fe te ha salvado, ¡vete en paz!
Llamadas que voy sintiendo Descubrir el sitio de la espiritualidad en la acción social. Entrar de puntillas ser consciente que el acercamiento al pobre nos pide un tiempo de purificación. No descuidar el ir entrando en la lógica del Don. Intentar ponerme con ellos hasta recibir la gracia de “ser puesta” de “ser recibida”. Estar atenta a las personas que van salvando su bondad, su ternura, su sentido del humor de los golpes recibidos. Que la entrada de los pobres en mi vida sea tan interior que me vaya liberando de mí misma. Situarme en un lugar discreto… dejarme impactar por lo que contemplo y que lo que tengo delante golpee mi conciencia. Hasta que logre esto, sentirme llamada a contemplar más. Muy difícil “libérate de lo que temes perder”. Experiencia de resistencia y de ayuda del Señor. Gratuidad. Que mi acción no esté condicionada por la respuesta que recibo, sino por la necesidad que detecto. El estar con ellos/as lo vivo como un regalo de Dios. Son sus predilectos
Mª Josefa Bonilla, sac